lunes, 25 de noviembre de 2013

Conociéndote 7



Benedict miró impaciente el reloj, llevaba media hora esperando y estaba empezando a sentirse muy tonto, sobre todo porque si ella había decidido no ir no tenía donde ir a buscarla.
Estaba por darse por vencido cuando la chica se paró delante de la mesa en la que estaba sentado y lo miró al tiempo que se acomodaba un mechón de cabello que insistía en caerle sobre la cara.
-Aquí estoy…-le dijo ella

-Siéntate…había pensado que podemos empezar por…-dijo Benedict sin saber muy bien cómo actuar frente a una chica que se notaba claramente enojada con él.
-No vine a trabajar, sino para repetirte lo que ya dije. Haz solo el trabajo y déjame en paz.
-¿No te importa la nota?
-No tanto como a ti…-respondió ella.
-¡Touché! Pero…no creo que a ti no te importe, después de todo estás aquí- le dijo sonriendo y ella soltó un sonido parecido a un resoplido.
-Sólo quería que lo supieras….-le dijo y dio media vuelta para irse. Benedict se levantó de prisa, rodeó la mesa y alcanzó a sujetarla del brazo.
-Espera…-dijo y se  ella se giró con mucha rapidez y se soltó de su agarre, aún así Ben no pensaba darse por vencido así que le arrebató la mochila del hombro.
-¿Qué crees…?
-Siéntate, Helena – la interrumpió él y afortunadamente era más alto que ella así que mantuvo el bolso en alto como una especie de rehén. Hacía mucho tiempo que no hacía  algo infantil, pero valía la pena, al menos por ver la expresión desconcertada de ella. Ben descubrió que Helena Wilder era incapaz de hacer un escándalo en una biblioteca, porque miró a su alrededor y con una mirada de ira contenida, claramente dirigida hacia él, se sentó.
-¿Y ahora qué? – preguntó y Ben se sentó frente a ella, sin soltar la mochila.
-Ahora, haremos el trabajo de Historia – dijo y le pasó un libro- Página 57 – indicó y ella abrió el libro. El chico le pasó la mochila, ya seguro de que no escaparía.
Una hora después, Lena cerró el libro y se puso de pie.
-¿Tienes que irte? -  pregunto Ben sin inmutarse.
-Sí – dijo ella
-Tendremos que reunirnos mañana de nuevo, aún falta para terminarlo.
-Lo que sea…-respondió ella.
-Te acompaño – dijo él.
-No es necesario, delegado, vamos por caminos opuestos.
- La última vez dijiste que dudabas que viviéramos cerca, ahora caminos opuestos. ¿Sabes dónde vivo? ¿O solo tratas de deshacerte de mí?
- No quiero que me acompañes, ¿suficiente? – contestó ella
-Supongo que sí. Nos vemos mañana.- respondió él y la vio irse. No se había dado cuenta, pero había estado en tensión todo el rato, preocupado porque no llegara, luego preocupado porque se fuera. Ahora sentía cierta tranquilidad, porque tenía la sensación de haber superado un obstáculo, vencido un muro y, además, habría un segundo día y, con suerte, Helena vendría sin que la amenazara.

Helena se marchó a su casa y había oscurecido cuando llegó, por un momento se preguntó cómo se sentiría ir acompañada y escoltada por alguien como Benedict Cole.

Los tres días siguientes se repitió la misma rutina, tenían clases y después Ben esperaba a Helena en la biblioteca, con cierta inquietud de que no apareciera. Ella llegaba siempre tarde, casi como si hubiera estado debatiéndose entre ir o no, y se ponían a trabajar.
-Voy por el libro…- dijo ella y fue a buscar un material que necesitaban. Cuando encontró el volumen la chica hizo una mueca, estaba alto y aunque se estirara no llegaba a tomarlo.
De pronto sintió una presencia, un cuerpo que se apoyaba contra el suyo, iba a girar para golpearlo cuando escuchó la voz de Benedict.
-Parece que si me necesitas para algo, es bueno ser más alto que tú, susurró detrás de ella mientras pasaba un brazo por sobre su cabeza y tomaba el libro que necesitaban.
Helena se puso tensa, era inquietante tener a Ben tan cerca, podía sentir su calidez e incluso un ligero perfume. No sabía cómo proceder en aquella situación, y tenía la sensación de que él se estaba divirtiendo, no quería ser un juguete de Benedict Cole, ni de nadie.
-Sí, cerebro y altura…bien por ti Delegado. – le respondió y se quitó con rapidez del lugar.
-Vamos a terminar el trabajo – dijo Ben y la miró de una forma indescifrable.
-Sí, así terminamos de una vez con esto, ya me aburrió – contestó ella con una brusquedad sobreactuada. Tanta cercanía con el Delegado no podía traer nada bueno.
Siguieron trabajando y Lena no se marchó hasta que terminaron el trabajo, no quería pasar otro día en aquella biblioteca con Benedict.
-¿Ya lo terminamos, verdad?
-Sí, podremos entregarlo a tiempo.
-Bien, es bueno que no tengas una mala nota, por mi culpa y que puedas dedicarte a estudiar para los exámenes – le dijo ella.
-Ah, sí, los exámenes. Estaba ansioso por ponerme a estudiar – dijo él  con cierta nota de ironía, como si no tuviera el más mínimo interés- ¿Y tú? ¿Vas a prepararte para los exámenes?
-Sí, es la gran preocupación de mi vida – respondió ella con una ironía más explícita que la de él.
-Es una pena, eres inteligente – dijo Ben y Helena le dedicó una mirada casi herida. No había querido sonar ofensivo, pero era consciente de que lo había sido, sólo que trabajando con ella en al tarea había descubierto que era sumamente lista y no alcanzaba a comprender por qué no explotaba ese potencial.
- Gracias pro notarlo, ¿ya puedo irme?
-Lo siento, no quise decirlo de esa manera…sólo que no entiendo.
-No es necesario que entiendas- respondió ella poniéndose a la defensiva
-Pero me gustaría –le dijo él y antes que pudiera acotar algo más, Lena se marchó.

Quedó más que claro que la chica tenía intención de guardar distancia de él, tan pronto tocaba el timbre desaparecía y no le daba jamás la oportunidad de acercarse o halarle.
Entregaron el trabajo de Historia y , aunque Ben se hubiera burlado de ello, la época de exámenes lo tenía bastante ocupado.
Y como si fuera poco, también tenía compromisos sociales y familiares con los que cumplir, así que no encontraba forma de acercarse a Helena, ni siquiera haciendo trampa como el día que marcó el papel con su nombre para emparejarse con ella para el trabajo de Historia, aunque quizás el destino le echara una mano.
Aquella noche de viernes estaba cansado, había ido a una reunión social en la que no se sentía cómodo y había alegado un dolor de cabeza para que sus padres le permitieran marcharse antes.
-Déjame aquí, quiero caminar un rato…le pidió al chofer que lo llevaba a casa.
-¿Está seguro?
-Sí, necesito despejarme un poco, no te preocupes…
-Pero debo llevarlo a casa.
-Prometo no meterme en problemas, sólo quiero caminar un rato…
-Usted nunca se mete en problemas, pero es de noche, y sus padres.
-Ya soy bastante mayor, estaré bien y estoy seguro que regresaré a casa antes que ellos, no me obligues a saltar del auto, lo digo en serio – expresó con cansancio y el hombre paró .
-De acuerdo, pero si necesita algo me llama.
-Gracias- respondió él y saló a caminar. Se arrebujó en su tapado pues el aire nocturno era fresco, pero se sentía bien. Necesitaba tomar aire, alejar esa sensación de sentirse ahogado, por un momento recordó el momento en que gritaron al mar junto a Helena.  Sintió cierta nostalgia de ese momento.
Caminó un par de cuadras, cuando algo le llamó la atención. Estaba casi frente a la entrada en un bar nocturno cuando vio salir a una chica con uniforme abrazada por un hombre bastante mayor que ella.
Era Helena.
Le costaba salir de su asombro y no estaba seguro de qué hacer, la siguió a cierta distancia en silencio. Después de una cuadra, doblaron por una callecita , alejándose de la zona céntrica y antes que él pudiera actuar el tipo cayó sobre la chica aplastándola con su cuerpo contra el suelo.
-¡Qué diablos!- exclamó él y corrió hacia ellos, Antes que alguno reaccionara, Ben lo tomó de los hombros y lo apartó de Helena echándolo hacia un lado.
-¿Estás bien? – preguntó preocupado y ella lo miró incrédula.
-¿Qué haces aquí?
-Helena, ¿estás bien? – preguntó de nuevo y le tendió una mano para ayudarla a ponerse en pie. Sin embargo la chica se levantó y pasó a su lado para ir junto al hombre que estaba tirado .Recién ahí, en se dio cuenta que estaba borracho, lo que no justificaba que la hubiera atacado.
-Oye, Marco, despierta…-dijo ella y lo zamarreó un poco. Cuando se dio cuenta que no podría despertarlo ni levantarlo sola, se  giró hacia Ben que permanecía parado a su espalda.
-¿No vas a ayudarme a levantarlo?
-A ese tipo...él…
-Está borracho, tropecé y nos caímos…Necesito levantarlo.
-Llama a la policía.
-Es mi hermano, tengo que llevarlo a casa – dijo ella con pena y él, desconcertado, se apresuró a ayudarla.









2 comentarios:

  1. Bien, guay!!! Vamos descubrinedo más de la escurridiza Helena!!! y nuestro Benedict, no deja de ser caballeroso con ella.

    Obvio que quiero más. Esto supo a muy muy muy poco!!!!!

    jejejje

    Muchos besos Boli Rojo

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  2. Me encantó!! Quedo a la espera de más. Gracias Nata :D

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