viernes, 8 de noviembre de 2013

Ojos Negros... Prólogo.


No puedo creer que me arriesgo a esto... Nata has sido el detonador... ahí va... Total será corta  y va avanzada y sobre todo sé que a Brujis le gustara que haga esto, así que...

Lyla caminó a través de las mesas de juego esperando llegar pronto con su novio e intentar pararlo otra vez. Las cosas no estaban saliendo como ella había pensado, se suponía que todo aquello era por una buena causa, por caridad y que todo el dinero jugado en el casino montado esa noche iría a beneficencia y se suponía que jugarían con la cantidad que habían estipulado previamente. Era una pequeña parte de sus ahorros conjuntos, Marcos había tenido una buena racha al principio y después había sido llamado a una sala privada donde el juego  ya no iba por beneficencia según le había dicho su novio emocionado, envalentonado por la efímera buena racha había ido con aquellos hombres que parecían ricos y poderosos y había seguido jugando y  perdiendo vez tras vez. Ella había ido en dos ocasiones a verle y a intentar que saliera de allí, pero él no le había hecho caso, así que desesperada había salido para tomarse algo muy fuerte y regresar para intentarlo de nuevo.



Maldijo el momento en que su Jefe le había dado los tickets para esa noche, en un principio había brincado de alegría, valían una buena cantidad y dado que su Jefe no podría asistir se los había dado a ella. Estarían pisando la alfombra roja y se codearían con los ricos y famosos, sabía que eso a Marcos le encantaría y dado que su relación últimamente parecía estancada, supuso que esa noche les ayudaría a salir del hastío en el que habían caído. Así que su hermana le había prestado un maravilloso vestido bajo amenazas varias entre ellas una de prácticamente su muerte si regresaba aunque sea con una mínima mancha. Era la desventaja de no tener el mismo sueldo que Jade, el suyo no daba para comprarse vestidos de marca. Aunque si ella pudiera definitivamente no compraría uno con el escote que traía en esos momentos.

-      Lo llenas mejor que yo. – Había dicho Jade con una mueca compungida.

Entró a la sala y con un suspiro buscó a su novio mientras mentalmente rogaba por que hubiese parado. De pronto se sintió mucho más observada que las veces anteriores y percibió algo extraño que la hizo entrar en mucha más tensión. Risas apagadas y miradas evaluándola y en algunos casos cargadas de lascivia hicieron que su rostro adquiriera la dureza del hielo y molesta enfocó su mirada en Marcos.

-      ¿Nos vamos ya?
Enseguida vio el rostro nervioso y atemorizado de su novio y temió lo peor.

-      - ¿Has perdido todo? – Le dijo en un susurro.
-    -  Vaya que sí. – Dijo el hombre que estaba al lado de Marcos mientras la miraba con morbo y ella le lanzó una mirada asesina.
-   - Vámonos entonces. – Dijo con toda la calma que pudo reunir y su enojo se multiplicó al ver como Marcos se dedicaba única e inútilmente a retorcerse las manos.
-    -  No… no podemos.
-      -¿Por qué no?
-     - Técnicamente hablando él si que puede irse, usted… no lo creo. – Volvió a decir el mismo hombre y se ganó esta vez su indiferencia, si bien por dentro empezó a sentir miedo al analizar lo que esas palabras podrían implicar ¿es que tendría que pagar más para que les dejaran ir? ¿ella quedaría como rehén o algo así hasta que pagaran todo? Esto parecía sacado de una película de mafiosos y sintió un hilo de sudor frío recorrer su espalda, a pesar de que contaban con aire acondicionado en la sala.
-    -  Cállate Miles. – Ordenó una voz suave pero cargada de amenaza. Lyla vio al hombre que había hablado y este a su vez la miró de arriba abajo con apreciación o eso le pareció por que en su lado de la mesa, la luz era demasiado tenue y ella no podía verlo con claridad. – Acepto. – Le dijo simplemente a Marcos y ella sin saber con certeza que rayos aceptaba, tembló.
-     - Todos sabíamos que aceptarías. – Volvió a hablar el tal Miles.
-      - Espero que sean lo suficientemente hombres y caballeros para cerrar la boca de lo que aquí ha pasado. – Dijo un hombre mayor de canas, que lanzó sus últimas cartas a la mesa y se levantó de ella. – No sé ustedes pero no me quedo para lo que viene. – Y se fue, los demás lo siguieron no sin antes mirarlos a los tres como intentando averiguar que más pasaría.
-    - ¡¿Qué rayos está pasando Marcos?! – Soltó ella por fin con lo más cercano a un grito.
-   -   Te prometo que arreglaré todo esto, te lo prometo.
-    -  ¿Qué hiciste?
-    -  Encontraré el dinero, lo traeré antes de medianoche… yo…
-    -  ¿Y mientras me quedo como su rehén? – Lyla escuchó la risa ronca del hombre.
-    -  Algo así… - Dijo un temeroso Marcos.
-    -  ¡Explícate!
-    -  Yo… yo…
-    -  ¡Eres un bebé o que rayos! ¡Deja de balbucear!
-    -  Su novio me debe cien mil dólares. – Dijo el tipo y ella se aferró al respaldo de una silla para no caer. – Si no me los trae a medianoche – Miró su fino reloj.-Ósea en dos horas, yo me quedo… Con usted.
-      -Por favor siéntate, estás muy pálida. – Muy a lo lejos oyó las palabras de Marcos. Unas manos le ayudaron a sentarse y lentamente enfocó la mirada en su patético novio.
-      -Tú… ¿Me apostaste?
-      -Solo mientras consigo el dinero, él no podrá tocarte, yo lo conseguiré lo juro.
-      -¿Y si tú no… no lo consigues? – Preguntó aun en shock.
-      -Usted es mía hasta fin de mes. –Dijo el hombre. Faltaban diez días para que eso pasara.
-      -¿Suya hasta que punto?- Preguntó a Marcos, esperando que de pronto le dijera que era una broma, una de mal gusto pero broma al fin de cuentas.
-     - Hasta donde yo guste y quiera. – Volvió a responder el hombre y ella por fin reaccionó, se levantó y tomando lo primero que encontró se lo aventó a Marcos, el vaso no le dio pero si le regó parte de su contenido en el esmoquin.
-      -¡Maldito, eres un maldito! – Tomó  una copa y maldijo su pésima puntería al ver como esta pasaba a un lado de su cabeza. Una silla podría resultar, la tomó y con regocijo vio como esta le daba de lleno en la espalda puesto que el cobarde ya emprendía la retirada. Se giró hacia el hombre al que supuestamente pertenecía. – ¡Esto es contra la ley, no solo me refiero a esta estúpida apuesta de mi persona, sino todo esto que han montado de manera clandestina! ¡Atrévase a cobrar y le aseguro que todo el mundo se enterará de esto! ¡Y tú… cállate! – Le gritó a Marcos al oír como se quejaba por el golpe. – Hemos terminado, no sé por que antes no te mandé al diablo. – Intentó salir del lugar y un hombre cercano a los dos metros y sumamente fornido le bloqueó el paso.
-     - Espera… - Gimió Marcos aun adolorido. – Si te vas, me van a matar.
-     - ¡Pues que se unan a la fila por que voy primera! – Nuevamente llegó a sus oídos la risa del hombre que por fin salió de entre las sombras.

Muy a su pesar Lyla parpadeó sorprendida. Era realmente apuesto, no era guapo en toda la extensión de la palabra pero era terriblemente atractivo. 

Su cabello negro iba más largo de lo habitual dándole un aire un tanto rebelde, sus ojos eran negros y parecían tan profundos y a la vez tan cínicos que tragó saliva. Alto y esbelto se adivinaba un cuerpo bien esculpido sin caer en lo exagerado, caminó hacia ella y Lyla se obligó a no retroceder, no es que le sobraran agallas, si ella retrocedía se toparía con el gigantón que le bloqueaba el paso.

-      -Si te vas perdemos el departamento. – Soltó Marcos y ella lo miró horrorizada. El departamento en sí era solo suyo pero le había puesto a él en las escrituras para que pudiera conseguir un préstamo para un negocio que él había llamado “oportunidad de oro”. Marcos no le había fallado nunca, si bien la situación entre ellos tiraba más a familiaridad y costumbre que a amor, confiaba en él y había sido la cosa más normal del mundo ayudarle.
-    -  Tú sabes lo que ese departamento significa para mí. – Le dijo con la voz quebrada. El departamento ubicado en un barrio que empezaba a ponerse de moda, era antiguo pero bien conservado. Le había pertenecido a todas las primeras hijas de la familia Mackenzie por más de cinco generaciones, había pasado de la tatarabuela a la bisabuela, abuela, a su madre y luego a ella. Era tradición, valía una pequeña fortuna y el valor sentimental era impagable.
-      - No tengo más tiempo que perder, decida ya. – Le dijo el hombre de los ojos negros. Ella lo miró desesperada. – Y para su información, aquí no había nada ilegal ni clandestino, esto se realiza desde siempre después de que donamos a caridad en estos casinos improvisados, tenemos los permisos pertinentes.
-   -   ¿Y también tienen los permisos para apostar personas? – Le preguntó con rabia.
-  -    Deje el drama ¿quiere? Ustedes decidirán que rayos hacer, pero decidan ya, le repito que no quiero perder más mi valioso tiempo.
-    -  Mi hermano me lo dará, lo juro. Me debe favores. – Aseguró Marcos.
-     - Son cien mil dólares no cien ¿realmente crees que…?
-      - Vete con él, yo te recuperaré Lyla.
-    -  Más vale lo hagas, tienes dos horas Marcos, por favor – Le imploró. – No me decepciones más. Ni siquiera sé su nombre. – Dijo solo por decir, sintiendo que todo a su alrededor se hundía más y más.
-     -  Derian. – Le dijo el hombre que la había ganado en una apuesta. La tomó del brazo y enfiló hacia la salida. – Deduzco que irá conmigo e implorará por un milagro ¿verdad?
-      - Deduce bien. – Respondió con voz ahogada. 

6 comentarios:

  1. Me enganché en un segundo! Gracias por publicarla Jey!!!

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  2. WOWWWWWWWWWWW!! TE ANIMASTEEEEEEEE WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!!! Te quero nomu nomu nomu nomu ( doblemente hoy) Aishhh ese hombre , sabes cómo me tiene....y amo esta historia

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  3. Gracias a ambas... aqui vamos de nuevo jojoj

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  4. En serio¿¿¿ te ánimas te??

    Madre mía, que ilusión me da en serio. Después de tanto tiempo pedirla!!!

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  5. Me encantó, quiero saber sobre el de los ojos negros!!!
    Y por favor Lyla, deberías de haber dejado a Marcos desde que la relación se estancó!!
    Muy bueno, me gustó mucho y esperando más.
    jiijij

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  6. Joooooo... pero bueno, ¿por qué lo dejas aquí? Yo quiero más.
    Te animo muuuuuuuuuuuucho para que sigas escribiendo jijiji.
    Muchos besos

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