viernes, 20 de diciembre de 2013

Heridas de amor 7



Al despertar sintió los ojos hinchados, no lo recordaba pero debía haberse quedado dormida llorando mientras recordaba el pasado o quizás había llorado en sueños.
Era de noche y se sintió inquieta por la oscuridad y el silencio, hasta que una luz se encendió y escuchó la familiar voz.
-Liz, ¿estás despierta?
-¿Cristhian? ¿qué haces aquí? – preguntó medio adormilada

-¿Quieres agua? ¿ir al baño?- insistió él y eso la hizo darse cuenta que no estaba soñando.
-No, nada.
-Sigue durmiendo entonces, es más de medianoche.
-Ya estoy despierta- le dijo y cuando él se acercó no pudo evitar fijarse en los labios de él, la maratón de recuerdos le había hecho pensar en los besos de esa boca, los primeros, los suaves, los dulces, los apasionados, había recibido todo tipo de beso de esa boca, pero jamás había escuchado que su boca le dijera que la amaba.
Las lágrimas volvieron a juntarse en sus ojos.
-¿Te duele algo? - preguntó y apoyó la mano en su frente como si quisiera tomarle la temperatura.
-Sí..duele – respondió.
-Iré por un médico.
-No, no es necesario.
-Dijiste que te dolía.
-Ya pasó …- le dijo tratando de no revelar que el dolor que sentía era de otro tipo. Era debido a lo que él le despertaba, a los recuerdos del pasado , a saber que estaba allí sólo por obligación y responsabilidad. El siempre se tomaba en serio su responsabilidad.
-De acuerdo- aceptó él y se sentó pero manteniendo una posición tensa, casi de alerta, apenas apoyado en el borde del sillón junto a su cama.
-¿Qué haces aquí, Cristhian?
-Ya lo preguntaste antes
-Sí y no respondiste.
-Vine a verte
-Deberías estar trabajando, en tu casa o con alguna de tus novias…-dijo ella y cierto malhumor se coló en su voz.
-Pero estoy aquí. ¿Viste a tu novio?- preguntó él con cierta entonación burlona y aquello la irritó más.
-Sí, estuvo aquí una vez que tú levantaste la prohibición de visita, ¿quién diablos te nombró mi guardián en primer lugar?
-En realidad cuando vi al muchacho, parecía bastante aliviado de que alguien más se hiciera cargo de todo.
-¿De mí? ¿Estás hablando de mí como si fuera un paquete? ¡Nadie te pidió que te pusieras a cargo! Eso se debe a tu maldita costumbre de controlar todo.
- ¿Y quién se suponía que se encargara de ti? ¿Tu novio? No creo que sea capaz de cuidar de sí mismo siquiera…
- ¿Y tú? ¿Qué derecho tienes tú? – preguntó ella sintiendo su orgullo propio herido, porque en el fondo sabía que era cierto. Tenía amigos, ex novios, compañeros de trabajo, un novio, pero nadie que se hiciera cargo como él lo había hecho.
-Le prometí a tu abuela que te cuidaría…hace mucho tiempo
-Mi abuela ya no está en este mundo y nadie te reclamará que cumplas, ciertamente yo no lo haré.
-Aún así lo haré – dijo él con aquel tono que daba por terminada toda discusión, le funcionaba bien en los negocios, pero con Liz no daba el mismo resultado.
-¿Qué le dijiste a Robert?- preguntó ella
-Sólo que era un pariente lejano…¿o querías que le dijera la verdad?
-¿Qué verdad, Cristhian? ¿Sobre nosotros? Ni yo misma sé la verdad sobre eso, pero no, está bien…mejor así. ¿Puedes irte ya? Ve a dormir a tu casa o donde sea que duermes…
-Voy a quedarme. Duérmete – sentenció él y extrañamente ella volvió a acurrucarse y dormir, sintiendo un extraño confort por la presencia de aquel hombre vigilando su sueño.

Había soñado que bailaba, así que el despertar a la mañana fue un momento difícil para Liz, despertar era recordar la realidad y era como recibir un golpe.
Cristhian ya no estaba y la joven sintió cierto alivio, apenas comenzado el día no se sentía con fuerzas suficientes para lidiar con él. De hecho apenas se sentía con fuerzas para lidiar con ella misma, estar echada en una cama era agotador y pensar en enfrentar una penosa rehabilitación para no obtener el resultado deseado tampoco la tentaba.
¿Qué iba a hacer si no bailaba?
No era que le faltara dinero, había logrado ahorrar algo de dinero y tenía un seguro que le compensaría lo de accidente, pero no sabía vivir sin bailar. El baile había sido su última ancla, a lo último que se había aferrado cuando ya no había nada más para ella.
Los “¿Y sí…?” empezaron a atormentarla, qué hubiera pasado si todo hubiese sido diferente. Ya era tarde, lo sabía , pero  si las cosas no se hubieran torcido. Y todo cambió con aquella desgracia, con aquel gran dolor que los atravesó en su verano más feliz.

 Aquel verano la madre de Cristhian se enfermó repentinamente y fue ella quien la encontró tirada en el living al ir a alcanzarle algo que su abuela le había encargado. Fueron ellas dos quienes la llevaron al hospital y aún tenía y sabia que tendría grabada en la mente por siempre, la expresión de desesperación de él cuando al llegar a la sala donde estaba ingresada su mamá.
Podía ser serio y responsable pero no dejaba de ser un adolescente de 17 años y  su madre era lo único que tenía. Cuando los médicos le explicaron que era una afección cardiaca grave, que se había agravado pero la falta de tratamiento, Cristhian había apretado los puños con tanta fuerza que los nudillos se le habían puesto blancos.
Era notable que aún recordara esos detalles, pero pequeñas cosas así eran muy nítidas en su memoria, quizás porque los grandes acontecimientos que cambian la vida para siempre están llenos de pequeñas señales.
La condición era grave y sólo una operación podría darle una oportunidad, pero debía hacerse en una clínica especializada y era carísima. Ninguno de ellos tenía tanto dinero.
Tampoco tenían mucho tiempo.
Fue entonces cuando ella se enteró sobre el padre de él, aquel del que nunca hablaba y que jamás le había nombrado en los años que se conocían.
Era un hombre rico, casado, que tenía dos hijos mayores que Cristhian y que no había dudado en abandonarlos a él y su madre al enterarse del embarazo.
Aquel hombre, poco más que un extraño se volvió la esperanza para el adolescente,  estaba decidido a verlo y pedirle ayuda, por eso le habló sobre su padre y también ella se animó, creyó que aquel hombre los ayudaría, que era la respuesta a sus plegarias.
Pero no fue así, sólo empeoró todo y fue el primer paso para perder a Cristhian y para que él  se perdiera a sí mismo.

2 comentarios:

  1. Intriga y mas intriga, súper emocionante. Quiero mas, me ha sabido a muy poco boli rojo.

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  2. Muy buen capítulo, quiero saber más sobre este pasado que los alejó. Gracias Nata!

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