El
sol se colaba por la ventana y caía sobre su cara, estaba tan resplandeciente
que seguro ya estaba bien entrada la mañana. Que bueno que era domingo pensó
Lyla aun con los ojos cerrados. Se levantaría y se haría una taza de café
mientras leía el periódico, llamaría a su abuela a Jade e intentaría no asistir
al almuerzo que organizó su madre, gruñó al pensar en ello. Se dio la vuelta y
la suavidad de las sabanas fue tal que se estiró como una gata mimada, parecía
que la cubrían plumas suavecitas y ese aroma tan rico, tan sugerente, tan
masculino ¿era… perfume de hombre?
Marco nunca se quedaba con ella y nunca
jamás había olido de esa manera. Marco… la noche pasada… el juego de cartas… la
apuesta. Abrió los ojos de inmediato y de golpe se sentó en la cama, una cama que
no era suya, una habitación desconocida y los recuerdos de las últimas horas se
agolparon de tal manera que empezó a dolerle la cabeza.
Se
llevó una mano de inmediato a la sien al sentir el dolor, oyó el sonido de
pasos y se tiró deprisa sobre la cama y se tapó la cara con una almohada.
-
¿Señorita puedo ayudarle en algo? – Le
dijo una atenta empleada muy educadamente, parecía que estaba acostumbrada a
encontrar mujeres desnudas en la cama como si tal cosa. Lyla se quitó la
almohada de los ojos y cubriéndose esta vez con la sabana se incorporó
lentamente.
-
¿Qué hora es?- Preguntó con toda la
naturalidad del mundo que pudo reunir.
-
Las diez de la mañana. El señor ha
ordenado el desayuno por usted.
-
¿Él ya se fue? – Se alegró de seguir
manteniendo el tono natural aunque lo único que deseaba era correr al baño,
cambiarse y largarse a casa deseando que todo fuera una pesadilla, la cual
aumentaría si Derian seguía estando en la suite.
-
Sí, pero ha dicho que volverá por
usted en una hora.
-
¿Ah sí? – Tenía que salir de allí
inmediatamente, lo que había pasado anoche no era momento de detenerse a
averiguarlo, igual no estaba en condiciones de procesarlo. – Voy a darme una ducha.
-
Por supuesto. – Le tendió un albornoz
que ella se puso dándose cuenta que al menos no iba del todo desnuda, llevaba
ropa interior. Afortunadamente no llevaba las bragas de Hello kitty. Su lado
inmaduro le hacía comprar esa clase de cosas y le hacía meterse en situaciones
como la que… no, esto era culpa de Marcos. Se levantó sintiendo todo la ira que
ya le era familiar y se fue a duchar de inmediato.
¿Qué
diantres se pondría? Dijo un rato después mientras miraba el vestido que había
llevado la noche anterior. Esto no era una de esas películas románticas donde
después de una noche de pasión en un Hotel, el protagonista proporcionaba ropa
a su amada para que a la mañana siguiente no pasara por la enorme vergüenza de
salir con un enorme y llamativo vestido de noche como el que ella tenía
delante. Nuevamente ella luchaba contra el reloj y no tenía planes de perder en
esta ocasión, se largaría de allí en cuanto supiera como hacerlo sin llamar
demasiado la atención. Después de agradecer a la empleada la despidió
asegurando que no la necesitaba. Se tomó un jugo y algo de fruta a toda prisa
mientras daba vueltas sin sentarse por la estancia pensando en como salir. No
tenía de otra, tendría que ponerse el vestido e irse de esa manera. Se lo puso,
tomó su bolso y pidió un taxi, deseaba con todas sus ganas tener por lo menos
un par de gafas negras, regresó a la habitación y buscó en los cajones,
encontrando relojes y gafas perfectamente alineados en uno de ellos tomó la que
más le gustó y admiró el gusto de Ojos Negros, sacudió la cabeza intentando no
pensar en nada relativo a él. Abrió la puerta y dio un respingo al ver al
gigantón haciendo guardia. Cerró y empezó a darse de topes contra la pared.
¡Pero
claro! Él no iba a dejarla así como así. ¿Qué hacer, que hacer? ¿Salir por el
balcón e ir a la otra habitación? Recordó que estaba en un piso demasiado alto
y que no podría tener libertad de movimiento con semejante vestido. Se le
ocurrió una idea y asomó de nuevo la cabeza.
-
¿Bruce…? – Le llamó recordando su
nombre. Este giró rápidamente la cabeza.
-
¿Sí, señorita?
-
Tu Jefe me ha dejado sin ropa que
ponerme. ¿podrías ir a la boutique del hotel y traer algo para mí? – Bruce no
pareció demasiado sorprendido con la petición y ella también aprovechó eso. –
No me digas que sueles hacer esto a menudo. Pero con que hombre me he topado…-
Dijo haciendo alusión a Derian como si estuviera enfadada.
-
¿Qué desea que le traiga? – Se
apresuró el hombretón a decirle. No pudiendo defender a su Jefe, quería al
menos desviarse del tema espinoso.
-
Lo que sea. – Y le dio su talla.
-
¿Lo que sea? – Preguntó confundido.
Error fatal decir eso si realmente quería aparentar ser una mujer frívola.
-
Es que ya he visto lo que tienen y
todo me fascina. – Sonrió confiada.
Bruce
tomó el ascensor y ella al verlo irse tomó el siguiente. Llegó segundos después
que este saliera al lobby y fue caminando casi detrás de él deseando que no se
percatara de las miradas que algunos le lanzaban a ella que daba todo un
espectáculo con ese vestido y esas gafas. ¿Acaso no era algo normal? ¿No salían
así las mujeres que pasaban la noche allí después de una fiesta? Pues no tonta,
pedían algo a casa o a la boutique del Hotel se recriminó, en cuanto Bruce giró
a la boutique ella corrió en dirección a la puerta y salió disparada por ella.
Su taxi ya la aguardaba y si no hubiera sido por toda la gente que iba por la
acera ella se hubiera lanzado de cabeza. Llegó al departamento hecha un manojo
de nervios, se quitó el vestido y se puso unos jeans y una camiseta, metió ropa
en una bolsa de viaje y artículos de aseo, mientras iba hacia casa no había
parado de ver hacia atrás y de planear su huida. Pero, ¿y que pasaba con el
departamento? Ese pensamiento la detuvo. Se sentó abatida y su cabeza eligió
ese momento para darle punzadas de nuevo en la sien.
El
teléfono y ella lo ignoró dejando que
saltara el contestador:
Lyla, soy tu madre.
(Genial) Mas vale aparezcas esta vez (No
lo creo, estoy planeando mi huida a Timbuctú ¿ese lugar en realidad existe?). Los Macallister estarán aquí (¡Que
emoción! *Sarcasmo*) y Kenan también (Fuimos
novios en la secundaria madre, no pasará nada más). Sé que se llevaban bien hace unos años (Dejamos de llevarnos bien
en cuanto me dejó por Tania Miles) Seguro
que tú lo arruinaste, (Claro, todo es mi culpa) Es buen chico y quiero que
recuperes esa amistad (Más bien su familia tiene varios millones y por eso
lo tienes en tu lista de candidatos a desposar a Lyla por lo que no importa que
sea un cretino) Ha preguntado incluso por
ti (Su nivel de estupidez lo lleva a pensar que puede acostarse conmigo, no
quiere nada más… créeme) Si no apareces,
tu padre esta vez se enfadará contigo. (Oh, oh… lo único que puede moverme
es mi Padre, en realidad Padrastro aunque es como si fuera el verdadero. Pero
dudo de que se enfade conmigo, nunca lo ha hecho… Aunque si supiera que estoy a
punto de perder el departamento y en que circunstancias eso si que lo
enfadaría…) Mas vale aparezcas Lyla
Mackenzie-Brown.
El
mensaje llegó a su fin y de pronto Lyla
pensó en que prefería aguantar los ardides casamenteros de su madre a lo que
estaba viviendo. Su móvil empezó a sonar y ella lo vio con desconfianza ¿su
madre de nuevo? Vio la pantalla y vio que aparecía un número desconocido. Su
nerviosismo se disparó de nuevo anticipándose a lo que intuía se venía sobre
ella.
-
¿Sí? – Contestó con cautela.
-
¿Es que tu apellido es Bond? ¿Lyla
Bond? – La voz de Derian era inconfundible, ¿Por qué rayos tenía que sonar tan
sexy?
-
Es el apellido de soltera de mi madre.
-
Veo que sigues en plan
dramático-gracioso. ¿Por qué huir de esa manera?
-
¿Por qué quedarme?
-
¿Quizás por qué al menos durante diez
días eres mía? - Le devolvió la pregunta con la voz cargada de sarcasmo.
-
Pues tu premio tiene una vida, familia, trabajo, amigos…
-
Mi
premio, ósea tú se va adaptar a mí y no alrevés, recoge
lo que necesites para estos días y un auto pasará por ti en quince minutos y
deja de jugar a los espías o me encargaré personalmente de ti, después de lo de
anoche no tengo paciencia para…
-
¿Qué pasó anoche? – Preguntó ella de
inmediato.
-
¿Es que no recuerdas? – Dijo él con
incredulidad.
-
Nada de nada. – Admitió ella.
-
Bueno… casi vomitaste encima de mí y
digamos que eso le quitó pasión al momento.
-
No…te creo…
-
No pienso dejar que tomes nada de
alcohol mientras estés conmigo. Te quedan diez minutos. – Y cortó.
" ¿Quizás por qué al menos durante diez días eres mía?" Si se vuelve real en lugar de papel y titnta, yo me quedo con él no diez días, sino una vida...AYYYYY SISSSSSSSSSS!!! me encanta esta historia lo sabes, y estoy debatiéndome entre vengarme por lo que te has hecho rogar o mimarte para que haya más pronto.....te quiero y ESCRIBEEEEEEEEEEEE!!!
ResponderEliminarapoyo a qu eno debe de tomar más alchol. Y por dios!!! No seas tonta y mete en esa maleta solo camisones de raso y saten!!!!
ResponderEliminarjajajjaja
Quiero más, esta buenisimo enana!!!!