viernes, 26 de agosto de 2016

La redención 16 °




Durante los días siguientes, Cole, Bart , los abogados y toda la gente que trabajaba para él  se dedicaron en cuerpo y alma a limpiar su nombre y calmar los rumores. Y en ese tiempo, Abigail se encargó de que comiera lo suficiente y durmiera las horas necesarias. También le leyó para distraerlo e incluso un día prácticamente lo arrastró al parque para un picnic.
Y él se relajó, dejó que ella  lo contuviera y lo cuidara, disfrutó ver los esfuerzos de Abigail por animarlo y se prometió a sí mismo salir fortalecido  para ser quien cuidara de ella para siempre.
Cuando la calma parecía retornar, se vio en medio idea nueva tormenta. Una mujer llegó hasta la puerta de la mansión reclamando tener un hijo suyo.

Si él quedó azorado cuando anunciaron la visita y la mujer se presentó con un niño de unos cinco años, peor fue la sorpresa que se llevó Aby. Llevaba a uno de los gatos en brazos y quedó congelada en su lugar al escuchar el anuncio que hizo la mujer.
Cole la observó un segundo a su pajarillo , sus grandes ojos estaban  llenos de pena y decepción.
-Antoniette llévate a Abigail, por favor. Bart, lleva al niño a jugar afuera, mientras hablo con la señora en mi estudio- dijo Cole y su voz sonó áspera. Lo cierto era que apenas podía controlar la furia  que bullía en su interior.
Pero había un niño presente y él mejor que nadie sabía lo frágil que era el espíritu infantil, si levantaba su tono de voz o actuaba impulsivamente el niño saldría herido.
Guió en silencio a la mujer hasta  la biblioteca, tras entrar y cerrar la puerta, la enfrentó.
-Ahora quizás puedas explicarme como puedo ser el padre de tu hijo si es la primera vez que te veo en mi vida- dijo y la mujer pudo percibir el aura amenazante de Cole. Instintivamente retrocedió hacia la puerta, pero él se le acercó y la hizo sentarse.
Fue una conversación larga, y cuando la mujer salió  se le notaban rastros de haber llorado.
Bart la acompañó a la salida y luego entró a ver a su jefe.
-¿Está todo  bien?
-Sí, aunque luego deberemos contactarla. Y me temo que nos costará bastante dinero.
-Si se puede arreglar con dinero, supongo que no es un problema.
-Ahora que tengo mucho, es lo menos importante. Creí que estabas con el niño, ¿se asustó?
-Antoniette se encargó de él, yo no soy muy bueno con los niños.
-¿Y Abigail? – preguntó Cole alarmado. Y su nerviosismo creció más al no obtener una respuesta inmediata- Bart, ¿ella se fue?
-No, está esperándolo – respondió finalmente y Cole salió apresurado del despacho para encontrar a Abigail sentada en las escaleras. Se la veía tan frágil que quiso correr a abrazarla, pero algo en la mirada de ella lo detuvo, estaba herida. Entonces notó la forma en que estaba sentada, abrazándose las rodillas, como si se protegiera, como si intentara ser valiente cuando no lo era. Se le acercó despacio y se sentó a su lado.
-No es mi hijo.
-¿Estás seguro? – preguntó ella.
-Sí.
-Puede pasar, quiero decir…y no me molestaría si tuvieras un hijo, pero…
-Estoy seguro porque no conozco a esa mujer. Sabes que no he tenido una vida de santo – dijo y se sintió muy avergonzado, era muy extraño que poco tiempo atrás se hubiese exhibido con una de sus amantes delante de Aby y que ahora eso fuese una tortura. Era extraño como el papel de alguien en nuestra vida podía cambiar tanto en tan poco tiempo- pero a pesar de eso, recuerdo a las mujeres con quienes me acosté. Y siempre he sido muy cuidadoso, me abandonaron, así que lo último que haría sería dejar un hijo abandonado. Estoy seguro que no tengo hijos dando vueltas por allí, créeme.
-¿Seguro? – dijo ella levantando la mirada hacia él, por primera vez.
- Si alguna vez tengo hijos, quiero que se sientan amados y protegidos, no que sean fruto de un accidente o que se pregunten por qué existen – dijo pensando en sí mismo.
-¿Te gustaría tener hijos? – preguntó ella.
-Sí, alguna vez.
-Tengamos muchos, entonces, me gustan los niños – dijo ella sorprendiéndolo. Tenía ese talento para desconcertarlo.
-Muchos – musitó él y ella le sonrió ligeramente, como un leve rayo de sol asomándose entre un cielo oscurecido.
Había temido que huyera, que no le creyera, que  lo repudiara por su pasado libertino, y allí estaba ella pensando en darle muchos hijos.
Tomó el rostro de la joven entre sus manos y la besó apasionadamente, se llenó de la calidez de Abigail, y recordó la sensación del cuerpo menudo de ella debajo de él y de su piel suave la vez que la había asustado en su habitación. Se separó con la respiración agitada, controlándose difícilmente.
-Abigail Myrtle Owen, me vuelves loco- susurró y apoyó su cabeza en el hombro de ella.
- Ya somos dos – murmuró Aby cuando pudo hablar y su voz aún sonaba temblorosa después del beso. Cole pasó un brazo por la cintura femenina y la acercó más a él, no quería soltarla.
Pero los días buenos parecían negarse a llegar, una semana después, Cole debió enfrentarse a un incendio en uno de los depósitos del puerto donde había artículos importados que había comprado para su próximo emprendimiento.
La pérdida monetaria era enorme, pero más allá de eso, la investigación había concluido que el incendio había sido intencional. Estaba seguro que era Malone y cada nuevo ataque lo iba empujando a su antiguo yo, al que quería ir a arreglar las cuentas por  sí mismo, sin contemplar las leyes, pero lo detenía su pajarillo.
Ahora Abigail estaba en su vida, y quería hacerlo bien con ella. No se salía del infierno directo a la luz, se transitaba un largo camino de penumbras hasta ver la luz . Aby era esa luz, y él quería ir hacia ella.
Hizo una denuncia formal ante las autoridades para que se encargaran de investigar, y le pidió a Bart que consiguiera gente que mantuviera vigilados los movimientos de Malone. Iba a reunir las pruebas necesarias de que ese granuja era el responsable de todos sus recientes problemas, desde las denuncias, hasta el supuesto hijo y los incendios.
La mujer que se había presentado reclamando la paternidad  no le había dado mucha información, le había mencionado que un hombre la había contactado en el burdel donde trabajaba  para ofrecerle que hiciera aquello, supuestamente también debería hablar con la prensa, y ella acosada por la necesidad, lo había hecho. El hombre no era Malone, pero Cole estaba seguro que si investigaban podría  encontrar la conexión.
Fueron días complicados, días en que incluso volvió a tener pesadillas y despertarse sobresaltado.
Sus negocios en el campo  requirieron que se ausentara un par de días, el administrador de la hacienda necesitaba  tratar con él directamente, estuvo muy tentado de pedirle a Abigail que lo acompañara, pero sabía bien que no era lo correcto, así que se resignó a no verla por un par de días.
El tiempo que estuvo afuera, se sintió inquieto y ansioso, y no podía dejar de imaginar a Abigail junto a él. Quería mostrarle aquellas tierras, hablar con ella sobre sus planes o simplemente compartir un atardecer.
El viaje de regreso le pareció una eternidad y apenas cruzó el umbral de entrada, buscó a Aby. La chica venía bajando la escalera y apenas lo vio su expresión cambió, Cole pensó que podría irse un par de días cada tanto si lo recibían con una alegría tan sincera, no recordaba que alguien lo hubiese mirado así antes. Corrió hacia ella y  la levantó  en brazos para besarla antes de que ella pudiera decir una palabra. Cabía perfectamente entre sus brazos, toda ella se adaptaba a él.
-Te extrañé-  le susurró Aby cuando se separaron.
-Y yo.
-¿Todo salió bien? – preguntó mientras él la sostenía aún abrazada cerca.
-Sí, ¿todo estuvo bien aquí?
-Sí, aunque faltabas tú y tu encantadora presencia – dijo ella bromeando, necesitaba relajar el ambiente porque en verdad, cuando Cole  había corrido hacia ella y la había besado, se había sentido abrumada, pero además, había sentido una intensa necesidad de aferrarse y no dejarlo ir. La sensación de que si dejaba pasar el instante, lo perdería.
-Puedo ser encantador, o al menos lo estoy intentando con todas mis fuerzas, los cielos son mi testigo. Y todo por un pajarillo que disfruta incordiándome.- dijo  y solo cuando había dicho las palabras se dio cuenta de lo  fácil que le resultaba decir aquellas cosas, ya no le importaba resguardarse, sólo quería que ella supiera lo mucho que le importaba.
-Lo eres, eres absolutamente encantador Cole Bailey. ¿Cenaste ya?
-No, iré a cambiarme la ropa y bajo.- dijo él y una vez más aquella situación cotidiana, aquella familiaridad lo llenó de anhelos.
-Está bien, le diré a Antoniette- dijo ella y bajó. Cole la observó descender y curiosamente su mirada se detuvo en el viejo vestido de Abigail. Hubiera querido poder comprarle ropa nueva, y todo lo que ella quisiera, pero antes tendría que poner un anillo en su dedo. Y pensaba hacerlo pronto, muy pronto.
Hubo días tranquilos en los que fueron felices  y ambos creyeron que todo era posible. Pasaron tiempo juntos, plantaron el jardín de lirios, aunque Cole dijo que el jardinero debía hacerlo, Abigail lo convenció de hacerlo juntos. Así que después de mucho tiempo regresó al trabajo pesado y no le molestó ensuciar su ropa cara con tierra.
-Se verá muy bonito cuando estén todos florecidos-  comentó encantada cuando terminaron la tarea. Cole gruñó en respuesta pero la atrajo hacia sí y se sentaron juntos en la tierra  para contemplar  su pequeño jardín.
-¿Hay algo más que quieras?- preguntó Cole entrelazando sus dedos con los de ella, la joven ya no usaba sus guantes, pero era reacia a mostrar sus manos quemadas. Sólo cuando tocaba el piano o lo acariciaba parecía olvidarse, él la acarició los dedos con delicadeza.
-No despertarme- musitó Abigail y se reclinó contra él.
-¿Despertarte?
-Esto es  un sueño, un precioso sueño del que no quiero despertarme- dijo ella suavemente.
-No es un sueño, Abigail. Es la primera vez que lo pienso , pero es una realidad y es mucho mejor que cualquier sueño.- Dijo él y lo creía, de hecho había empezado a pensar que todos sus sufrimientos del pasado tenían que ver con este momento, eran una forma de equilibrar  su felicidad actual y la que vendría en los días futuros.
Al día siguiente fue a comprar el anillo con el que le pediría matrimonio a Abigail Myrtle Owen, pero a la tarde los castillos en el aire empezaron a derrumbarse.
Bart llegó herido a la mansión, había realizado unos trámites en el banco a pedido de Cole y al salir, había sido asaltado. Y aunque tratara de restarle importancia al hecho, ambos hombres sabían que aquello no había tenido nada de accidental.
La herida no ponía en peligro su vida, pero al menos tenía un par de costillas rotas y un tajo importante en el abdomen.
-Descansa. - dijo Cole después de que el médico lo atendiera.
-No tienes que preocuparte, estoy bien- insistió el hombre.
-Y estarás mejor si descansa- insistió antes de salir de la habitación.
-Cole…- lo llamó Bart y él se volvió a mirarlo- No hagas ninguna estupidez, estoy bien.
-Pero podrías no estarlo, no te preocupes, solo voy a parar esto.- dijo saliendo.
-¡Maldición!- masculló  Bart y a pesar del dolor se paró y salió al pasillo a llamar a Abigail. La chica se apresuró a ir hacia él y lo urgió a que regresara a la cama.
-Detenlo- no importa lo que debas hacer pero detenlo – le dijo y su tono de voz fue tal que la muchacha salió corriendo sin pedir ninguna explicación. Alcanzó a Cole justo antes de que subiera al coche.
-Cole…- lo llamó y  se colgó a su brazo.
-Entra Abigail, y no salgas hasta que regrese.
-No. No vayas.
-Entra – insistió y se soltó de su agarre. Abigail se puso delante de él, bloqueándole la puerta del carruaje.
-Por favor, por favor, Cole, no vayas.
-Tengo que detenerlo.
-No vayas. Bart me pidió que te detuviera, no hagas esto cuando él no desea que te manches las manos por él. No lo hagas.
-Quítate Abigail – le dijo y  la furia que sentía en su interior hacía que su voz fuera temblorosa.
-No- respondió ella y lo miró con determinación. Cole trató de quitarla pero Abigail se abrazó a él con todas sus fuerzas
-Quédate, quédate conmigo. Tengo miedo, quédate.
-No dejaré que te pase nada.
-Tengo miedo de perderte, no vayas – dijo ella y Cole sintió como su voz se quebraba y empezaba a llorar. Y eso lo detuvo.
-Ya puedes soltarme, Abigail- le dijo palmeándole la espalda suavemente.
-No voy a soltarte – insistió ella aún entre sollozos.
-No iré a ninguna parte, pajarillo. Suéltame.
-No. Voy a quedarme aquí.
-Entremos , Abigail. Ya es tarde, debes regresar a tu casa, prometo quedarme y no ir a ningún lado esta noche.
-Voy a quedarme contigo, no dejaré que hagas nada peligroso- insistió ella tercamente. Cole gruñó suavemente, la chica era pequeñita pero estaba aferrada a él con fuerza, tanta decisión para salvarlo lo conmovía., pero no podían quedarse así toda la noche. La levantó en brazos y ella lanzó una exclamación de sorpresa.
-Entremos – dijo cargándola hacia la casa y Aby enredó sus brazos con fuerza alrededor del cuello masculino-  Ya prometí quedarme, ¿no vas a soltarme? – preguntó  y ella negó moviendo la cabeza contra su hombro- ¿Tampoco piensas ir a casa?
-No…-susurró ella.
Cole la entró cargando y fue con ella hasta la habitación de Bart.
-Bien hecho, aquí estoy – le dijo al hombre que lo miró aliviado- Ahora dime, ¿vas a hacerte cargo de la ruina de esta damita? Porque este terco pajarillo dice que se quedará conmigo esta noche y que no regresará a su casa. Prometí quedarme, pero  ella insiste.
-Le pedí que te detuviera, es absolutamente confiable.
-Es una insensata – dijo él como si ella no estuviese presente.
-Cásate con ella, lo vale.- dijo Bart.
-Por ahora la enviaremos a casa- dijo Cole y la bajó al suelo. Aby seguía sin soltar su cuello.
-Ya puedes soltarlo muchacha, no irá a ningún lado. Su mirada ya cambió – dijo el hombre.
-¿Escuchaste? Seré un buen chico esta noche, pajarillo, así que suéltame.- dijo suavemente y ella finalmente lo hizo. Lo miró detenidamente para asegurarse que lo que decía Bart era cierto, y comprobó que  su mirada ya no parecía la de un hombre enloquecido sino la de uno muy cansado.
Él  acarició el rostro de la muchacha donde estaban las huellas de las lágrimas.
-Ve a casa, dile a Antoniette que te acompañe.
-Lo prometiste- dijo ella recordándole que no hiciera nada peligroso.
-Lo sé. Ve a buscar al chofer para que las lleve.- dijo y ella miró a Bart para estar segura de que podía confiar en él.
-El jefe habla en serio, ve niña. Estamos bien – dijo animándola y ella hizo un breve gesto de asentimiento antes de retirarse.
-Me preocupa que te haga más caso a ti que a mí.
-Yo la contraté, después de todo. Y parezco más confiable- bromeó Bart.
-Tengo muchas cosas que agradecerte, Bart, pero creo que  nunca será lo suficiente  por haber traído a Abigail.
-Bueno, no sonabas muy contento en ese momento.
-Ya deja de hablar y descansa, tienes que recuperarte pronto.
- Sabes que soy un tipo duro, he recibido palizas peores que esto.
-Lo sé, pero también sé que uno va perdiendo la costumbre de ser golpeado, nos estamos ablandando, viejo amigo.
-No hagas tonterías, Cole – le advirtió antes que se retirara de la habitación y él asintió levemente.

1 comentario:

  1. Cole.. espero no se meta en problemas, un gusto saber más de esta bonita historia
    saludos

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