lunes, 19 de septiembre de 2016

La redención 20 °, Final



Los días volvieron a su gris transcurrir y cada uno de ellos a la rutina que había establecido.
Lo único que logró animar a Cole y sacarlo de sus oscuras cavilaciones fue que finalmente pudieron encontrar pruebas de las fechorías de Malone. Habían encontrado evidencia de que era el responsable del incendio en los depósitos y otros delitos en su contra.  Tanto tiempo de feroz vigilancia había dado sus frutos y ahora la policía de Londres lo buscaba, porque lamentablemente estaba prófugo.
Aunque Cole también tenía a toda su gente buscándolo, pronto lo atraparían y él podría relajarse.
Sin embargo, cuando Bart entró llamándolo a los gritos supo que no eran buenas noticias.
-Cole…vieron a Malone y algunos de sus hombres, iban hacia la calle Baker.
-¿Por qué  …? – empezó a preguntar pero inmediatamente supo la razón, y temió que ya fuera tarde- ¿Hay alguien cuidándolas?
-Sólo un hombre, ya sabes ,tratamos de ser discretos. Y nunca pensé…
-No hay tiempo – dijo Cole y salió corriendo,  no había medio suficientemente rápido así que lo único que atinó a hacer fue buscar un caballo, no era su medio preferido pero era el más rápido. Ni el coche , ni ir corriendo bastaría. Montó al animal y empezó una  cabalgata enloquecida. Creyó oí a Bart llamarlo, pero no le importó, ni siquiera recordó su aversión por cabalgar.

Habían terminado de cenar cuando escucharon ruidos extraños afuera. Abigail estaba por ir a ver qué sucedía cuando  la puerta fue abierta bruscamente y entraron cuatro hombres desconocidos. La madre de Aby dejó caer los platos que llevaba en las manos y corrió hacia su hija gritando.
Los hombres parecían venir de una pelea pues tenían heridas menores e iban desarreglados. Abigail pensó que eran ladrones, pero luego tuvo un pensamiento mucho peor, retrocedió instintivamente y trató de llegar a su madre, pero se les abalanzaron antes de poder hacerlo.
Las dos mujeres gritaron . Uno de ellos atrapó a Abigail que se removió, pateó y mordió, pero no pudo soltarse
-Tú, eres la mujer de ese bastardo. Él te puso esta casa…- dijo quien parecía el líder acercándose a ella y en ese momento la joven supo de quien se trataba. Sintió miedo.
Malone la tomó del brazo con fuerza y se pegó a ella.
-Ese cabrón va a enojarse si te lastimo, ¿verdad?.Aunque no entiendo por qué, parece que le importas mucho…- le dijo y ella le lanzó una patada tratando de zafarse. Aquello pareció enfurecerlo más y la arrastró hacia la mesa que había a pocos pasos mientras la chica se retorcía – Vamos a probar qué le gusta tanto a Cole Bailey de ti- dijo y la subió a la mesa  al tiempo que le levantaba la falda.
-¡Abigail!- gritó su madre desesperada intentando liberarse de quienes la retenían, pero le dieron una bofetada que la lanzó contra la pared dejándola atontada.
-¡Mamá! – gritó la chica preocupada, pero  una mano de Malone fue hacia su escote y desgarró el frente del vestido, mientras con la otra mano la mantenía inmovilizada. Abigail quería gritar y llorar, pero no iba a darle el gusto a aquel monstruo, lo que quisiera de ella tendría que arrancarlo  por la fuerza , pero no le daría sus lágrimas.
El hombre se acomodó entre sus piernas y ella sintió un profundo asco al tenerlo así de cerca.
-¿No vas a rogar? – dijo y la tironeó del cabello corto para obligarla a mirarlo. Abigail sacudió la cabeza para soltarse y lo vio sonreír  lascivamente – Eres bastante salvaje, va a ser divertido domarte – dijo y ella tembló , su madre estaba allí…y Cole…él iba a condenarse por su culpa, y ella…ni  siquiera quería pensar en el horror que se cernía junto al cuerpo de aquel hombre. Forcejeó y cuando lo sintió apretarse contra ella, lo mordió con fuerza en el brazo, él al golpeó. Luego lo sintió desabrocharse los pantalones y volvió a removerse, pero  uno de los otros hombres lo ayudó a sujetarla.-Basta de juegos – le dijo Malone.
Abigail cerró los ojos  un breve segundo  y contuvo la respiración. En ese instante  fue como si una tormenta se desatara. Primero los ruidos y luego el cuerpo del hombre que estaba sobre ella fue apartado con violencia.
Cole estaba allí.
Los hechos se desarrollaron vertiginosamente, los hombres lo atacaron pero él devolvió golpe por golpe , derribándolos y se lanzó sobre Malone.
Aby lo observó, ese Cole era un desconocido, comprendió que ese era el de la calle, el que había sobrevivido gracias a sus puños implacables y sus reflejos acerados.
Otro hombre entró a la casa, justo cuando los compañeros de Malone se levantaban,  iba bastante maltrecho y la chica pensó que atacaría a Cole, pero  parecía estar de su lado, pues fue a detener a los atacantes.
Ella aprovechó ese instante para ir hacia su madre.
-Mamá, mamá, ¿estás bien? – la llamó asustada y la mujer asintió. Aún estaba algo  aturdida por el golpe , y tenía un moretón en la sien, pero por lo demás parecía ilesa.
Y luego la atención de la joven fue atraída por los sonidos sordos de golpes, Cole tenía a Malone en el suelo y no dejaba de darle puñetazos. Al mismo tiempo llegó Bart, acompañado de la policía y otros hombres.
Ella corrió hacia Cole que parecía incapaz de frenarse a sí mismo.
-Cole detente, ya basta. Cole, por favor, vas a matarlo – insistió viendo al hombre sangrando  ante el ataque feroz de Bayley- Cole -volvió a llamarlo y le tocó los hombres aunque temía salir despedida por  los movimientos violentos de él.- Cole… - llamó de nuevo y él se detuvo y volvió a mirarla. Y se aplacó. Se levantó dejando a Malone en el suelo, Bart y la policía se hicieron cargo de los asaltantes y él se quedó observándola.
-¿Estás bien? – susurró manteniendo la distancia.

-Sí…- susurró ella y él se espantó del estado en que estaba ella, por su culpa. Ropa desgarrada, despeinada, la marca de un golpe en la mejilla. Titubeante se le acercó , se  quitó el abrigo y la cubrió. Abigail aprovechó ese instante y se abrazo a él. Fue entonces cuando notó que ella temblaba.
-Aby, ¿estás bien?- preguntó como si estuvieran solos, mientras a su alrededor había un gran despliegue. La policía arrestaba a los hombres, Bart se encargaba de dar la información necesaria y asegurar que Cole declararía luego, uno de sus hombres ayudaba a Beatriz Owen. Retiraban a los malhechores de la casa. Y Ellos seguían allí como si no hubiera nadie más.
La joven sintió que las fuerzas la abandonaban al tiempo que las lágrimas que había controlado tan tenazmente se derramaban al sentirse segura en los brazos del hombre que amaba. Él se asustó.
-Aby…¿ estás bien? ¿Te lastimó…? ¿Llegué a tiempo?- preguntó sin poder quitarse la imagen que había visto al llegar. Ella seguía llorando y él estaba aterrado. La levantó en brazos, se sentó en un sillón cercano con la muchacha acurrucada contra él.- Ya estoy aquí, lo siento, Aby, lo siento. Mi amor, mi amor, ¿estás bien? Respóndeme.- dijo cada vez más preocupado. Ella levantó su mirada.
-Estoy bien, no pasó nada, estoy bien. Gracias por estar aquí – respondió titubeante y él la envolvió, aunque intentando ser cuidadoso.
-Tenía tanto miedo, perdóname, perdóname. Si algo te hubiera sucedido…- dijo y Aby levantó la mano para acariciarle la mejilla.
-Estás lastimado.
-No es nada, amor mío.- respondió y acarició la cara de ella, era tan pequeña, tan frágil, y él la había sumergido en el horror.
-¿Puedes besarme?- preguntó la joven y él se sorprendió.- Por favor, Cole. Necesito…- dijo  sin terminar su frase y él entendió. Necesitaba borrar lo sucedido. Bajó la cabeza y la besó muy suavemente. Sin controlarse, ella volvió a llorar, había estado tan aterrada y ahora estaba allí, envuelta en la calidez de Cole, segura,  y aunque hubiese estado en el infierno por unos momentos, agradecía que ahora él hubiese vuelto a su lado.
Cole la mantuvo abrazada a sí mismo hasta que ella pareció calmarse.
Beatriz Owen los observó en silencio.
Fue Bart quien carraspeó y los hizo ser conscientes de la realidad.
-Señor, creo que sería mejor llevarlas a la mansión por esta noche, no pueden quedarse aquí  – dijo interrumpiendo. Entonces los dos jóvenes se separaron, Aby se puso en pie y Cole también, pero  la tomó de la mano para transmitirle seguridad y porque realmente no podía soltarla, casi como si temiera que se desvaneciera..
-Es verdad, no pueden quedarse aquí. Por favor, por esta noche vengan a mi casa – dijo mirando a Beatriz Owen. La mujer asintió levemente. En ese momento Abigail apretó la mano del hombre y luego se soltó para ir con su madre. Bart las guió hacia el coche que esperaba en la puerta y Cole los siguió, aún alerta, vigilando que todo estuviese bien.
 Viajaron en silencio y al llegar a la mansión fue Antoniette quien  expresó en voz alta el horror al ver el estado de las mujeres cuando entraron.
-¡Oh santo cielo! ¡¿Qué sucedió criatura?!
-Por favor prepara habitaciones para ellas, y un baño caliente y lo que necesiten. Bart, busca al médico – ordenó Cole y su amigo asintió, mientras Antoniette  iba a buscar a Nelly para que la ayudara a preparar todo. Regresó inmediatamente e incluso trajo algo de su propia ropa para Abigail.
- No se nos ocurrió traer ropa…- dijo Beatriz agradecida al ser consciente de la ropa rota y del abrigo de Cole manchado con sangre que cubría a su hija.
-No se preocupen, yo me encargaré de todo – dijo la francesa y  con su decisión habitual las llevó escaleras arribas y antes se giró hacia su jefe- Yo las cuido, no se preocupe.
Y así fue, se encargó de que las mujeres se dieran un baño caliente y cambiaran sus ropas. También las acompañó cuando llegó el médico  y una vez que  el galeno aseguró que más allá de los moretones, estaban bien, se encargó de acomodarlas en sus habitaciones.
-Una habitación es suficiente- protestó Beatriz Owen cuando  le dieron a cada una un cuarto de huéspedes.
-Abigail está en la habitación de al lado, no se preocupe, pero es mejor que tengan cada una su espacio  esta noche. Quiero decir, esa muchacha tiende a hacerse la fuerte si hay alguien cerca, creo que quizás esta noche necesite un momento a solas para  dar rienda a sus emociones si lo necesita. ¿No le parece? Discúlpeme si soy muy entrometida.
-No, tiene usted razón, tampoco quiero que ella se preocupe por mí, esta noche. Ya pasó por mucho.
-Entonces descanse, señora. Es lo que aconsejó el médico.
-Llámame Beatriz, por favor.- pidió.
-Trataré – respondió Antoniette y luego fue a ver a Abigail.
-¿Mi madre? – preguntó al verla entrar.
-Está bien, también escuchaste lo que dijo el médico, y la viste hace poco. Ahora  tienes que dormir, pequeña.
-Pero…
-Sin peros. Vamos a dormir – dijo la mujer y cuando la muchacha se acostó, se sentó junto a ella y le empezó a cantar suavemente en francés, hasta que Abigail cerró sus ojos. Entonces se retiró.
La joven durmió  un par de horas pero luego se despertó gritando atormentada por pesadillas. Su madre la escuchó desde la habitación de al lado y corrió a socorrerla, pero al llegar a la puerta se encontró con Cole que también llegaba corriendo. Era obvio que no había dormido, sino que había estado vigilando por si Abigail necesitaba algo. El hombre se mostró cohibido, ella lo ignoró y entró a la habitación, se acercó a la cama de Aby mientras él la seguía en silencio y esperaba  guardando distancia.
-Sólo fue un sueño ¿Estás bien, hija? – preguntó la mujer acercándose a ella y acunándola.

- Sí, estoy bien – dijo aún turbada. Luego se separó de su madre y vio a la alta figura que las observaba – Cole…- musitó.
Beatriz le dio una palmaditas cariñosas en la mano y se puso en pie.
-Voy a buscar un té para Abigail, ¿puede cuidarla? – preguntó y él asintió- Apenas la mujer atravesó la puerta, corrió hacia ella que le extendió la mano para llamarlo a su lado.
-¿De verdad estás bien?
-Sí. Sólo fue un sueño. Estás aquí.-  dijo ella y Cole le acarició la frente como si así pudiera despejar su mente de los malos recuerdos.
-No dejaré que nada te pase. Vuelve a dormir- prometió sosteniéndole la mano.
-No te vayas, no te vuelvas a ir…- musitó ella acomodándose de nuevo para dormir y sin soltarle la mano.
-No me iré, Aby, duerme.- insistió y se quedó a su lado hasta que la joven volvió a caer en un profundo sueño.


Beatriz iba hacia la cocina cuando Se encontró con Antoniette que salía a su encuentro en camisón y bata.
-Señora Owen, ¿necesita algo?
-Iba a preparar un té para Abigail, acaba de despertar por las pesadillas.
-Ya se lo hago, y uno para usted también.
-No es necesario. Vaya a dormir, es muy tarde.
-No se preocupe, no dormía, estaba despierta por si alguien necesitaba algo, ha sido un día muy difícil para todos, ¿cómo podría dormirme? Vamos, venga conmigo.- dijo y la llevó con ella. Le sirvió un té y se ofreció a llevar el de Aby.
-Antoniette, por favor pídale al Sr. Bayley que venga a hablar conmigo.
-Lo haré. Es un buen hombre, puede no parecerlo, pero lo es.- sentenció la francesa antes de subir con la bandeja.
Cuando llegó a la habitación, Aby estaba dormida y Cole se mantenía vigilante a su lado, aunque se volteó sorprendido al escuchar que alguien entraba.
-Traje el té- dijo la sirvienta.
-Está dormida- susurró él.
-Yo la cuido, usted baje. La señora Owen lo está esperando- le informó Y Cole hizo una mueca desganada, besó a Abigail en la frente y se puso de pie.


-Cuídala.
-Mejor preocúpese por usted mismo, yo me ocuparé de ella.- lo aconsejó.
Cole bajó las escaleras como si fuera al cadalso, en aquel momento Beatriz Owen le daba más miedo que cualquier otra persona.
La mujer estaba sentada  con la taza humeante de té delante suyo, era obvio que estaba pensando en algo más. El joven carraspeó para no sobresaltarla y luego se acercó a ella, pensó que lo mejor era ser directo.
-Le pido perdón por todo lo que sucedió, sé que mis palabras no alcanzan y que por mi culpa usted y Abigail salieron dañadas, no me lo voy a perdonar nunca….
-Cuando ella se quemó y arrestaron a su padre, durante muchas noches se despertó gritando en medio de pesadillas, todo lo que no podía expresar despierta la atormentaba en sueños. Seguramente pasará lo mismo esta vez- dijo la mujer y él bajó la mirada.
-Lo siento, lo siento mucho más de lo que pueda expresar con palabras. La alejé de mí para que nada le pasara, intenté protegerla. Sé que no soy adecuado para ella, pero…
-Siéntese –  lo interrumpió Beatriz Owen y él obedeció inmediatamente.
-Señora Owen…
-La ama- dijo ella y no era pregunta, era una aseveración, casi como si se lo dijera a ella misma.
-Sí- reafirmó él.
-La ama más que a sí mismo.
-Siento no haberla protegido.
-Protéjala ahora – dijo la mujer y él la miró incrédulo- Protéjala desde ahora en adelante, hágase responsable de las pesadillas y no deje que nada le vuelva a pasar jamás.
-¿Puedo quedarme a su lado?- preguntó temeroso.
-No- dijo ella  y lo miró fijamente- Cásese con ella.
-Creí que me odiaba – dijo Cole casi sin pensar.
-Los vi a ambos, no importa lo que yo pienso, Sr. Bayley. Sé lo que vi, aún en las peores circunstancias mi hija lo ama, no va a sentir eso por otro, no va a cambiar. Y usted,  la ama de la misma manera, la protegería aún a costa de su vida. Sufre si ella sufre y es feliz si Abigail lo es. Seguramente debe haber hombres mejores y más adecuados para mi hija, pero ahora entiendo que nadie la va a amar como la ama. Eso tendrá que bastar- dijo ella y Cole  tomó las manos de la mujer entre las suyas ,conmovido, acababan de darle el regalo  más grande de toda su vida.
-Gracias – susurró- gracias.- Y la madre de Aby asintió levemente con la cabeza.

Abigail despertó cuando apenas amanecía, iba a levantarse pero notó que algo se lo impedía, sorprendida notó que Cole  estaba  sentado junto al lecho y se había dormido apoyando medio cuerpo  sobre la cama.
Casi temiendo que se desvaneciera o que entrara su madre o alguien se lo llevara de su lado, le acarició el cabello oscuro. Él abrió los ojos.
-¿Estás despierta?
-¿Qué haces aquí, Cole?
- Me quedé por si volvías a tener pesadillas y quería verte cuando despertaras.
-Mi madre…
-Dijo que puedo quedarme contigo.
-¿Te dejó dormir aquí?
-Para siempre, dijo que puedo quedarme contigo para siempre, pajarillo.
-¿De qué estás hablando? – preguntó confusa ya que acababa de despertar.
-Nos dio permiso. Así que , Abigail Myrtle Owen, cásate conmigo – pidió y extrajo el anillo que llevaba guardando tanto tiempo.
-¿De verdad? – preguntó y él asintió tomando su mano.
-Di que sí, Pajarillo. Después de todo acabamos de dormir juntos, así que deberás casarte conmigo.- dijo sonriendo por primera vez en mucho tiempo.
Abigail extendió la mano para aceptar el anillo y luego  le echó los brazos al cuello para abrazarlo.
Él no pudo resistir la tentación y la dio un beso fugaz.
-Tu madre …- dijo cuando ella se quejó al apartarse.
-Mi madre – dijo ella levantándose de la cama, y así en camisón, fue corriendo hasta la habitación de su mamá. La mujer acaba de levantarse y estaba cambiándose cuando ella la abrazó con fuerza.
-Gracias, gracias ,mamá.
-Sé feliz, Abigail- dijo la mujer con cariño y rogando no equivocarse.
-Ya lo soy – dijo la joven y le mostró el anillo a su madre.

Cole y Aby programaron la fecha de su boda para después de que liberaran al padre de Abigail de prisión, aunque Cole hubiese preferido casarse inmediatamente, temía que  el progenitor de la joven se opusiera o surgiera algún otro contratiempo que los separara.
También despidió definitivamente a Aby de su trabajo en la mansión y les consiguió una nueva a casa a ella y su madre, a pesar de las protestas de su futura suegra.
Además aprovechó su nuevo estatus de prometido y le compró todo lo que había deseado regalarle, aunque la chica no dejaba de fruncir el ceño cuando lo veía llegar con un paquete nuevo.
Y Abigail no dejó de rondar  por la mansión y estar tan cerca como fuera posible haciendo que Cole fuera inmensamente feliz.
En aquel preciso momento, mientras Bart le pasaba unos informes no dejaba de sonreir.
-¿Estás feliz? – preguntó casi molesto porque su jefe no se concentraba.
-Sí – respondió y lo hizo reír.
-¿Y qué es ese aroma?
-Dulce de manzana, Antoniette y Abigail decidieron hacer dulce. Acabo de verlas en la cocina, esa muchacha tiene más dulce encima de ella que el que hay en la olla. Hasta sus rizos  están pegoteados. Nelly y Antoniette ya no saben qué hacer con ella.
-A veces cuando pienso que será la señora de esta casa, siento algo de temor – confesó Bart y Cole sonrió ampliamente.
-También yo.
-No lo parece.
-Bart…
-¿Sí?
-Ella lo valió todo. Si puedo tenerla a ella, los días oscuros valieron la pena.
-Ya no pienses en el pasado , Cole. Ahora sólo vive el presente y sé feliz.
-Eso es lo que planeo – respondió y su amigo asintió aliviado, había temido que aquel muchacho terminara mal, ahora sentía que una jovencita menuda y valiente , iba a mantenerlo a salvo. Se sentía agradecido.


El tiempo pasó y fueron días felices. El padre de Abigail fue liberado y  aceptó a Cole después de tener una larga conversación con él y después que Abigail le dijera cuánto había tenido que ver su prometido en su liberación y lo mucho que lo amaba. Incluso Beatriz Owen habló a favor de Bayley, así que no hubo mucho que decir.
Los padres de Aby decidieron instalarse, después del casamiento, en una de las propiedades que Cole tenía en el campo, declinaron vivir junto a ellos en la mansión y prefirieron estar  alejados de la vida social, disfrutando del aire libre y la tranquilidad.
La ceremonia y el festejo fueron sencillos, sólo la familia y amigos muy cercanos estuvieron presentes. Cole había querido hacer una fiesta grande y algo memorable, pero Abigail se había negado, ese día cuando se convirtieran en marido y mujer sólo quería tener a la gente cercana y querida a su alrededor, gente que de verdad bendijera aquella unión y les deseara felicidad.
Así fue, una boda pequeña, íntima y emotiva. La hermosa novia ataviada con un bellísimo vestido sólo tenía ojos para su apuesto novio, y él sólo veía a aquella muchacha cuando juró estar a su lado para siempre.
También el festejo fue breve y frugal. Comieron algo, disfrutaron del exquisito pastel de bodas que había preparado Antoniette y bailaron en el jardín de la mansión.
Luego todos se retiraron y los dejaron solos, incluso la gente de la mansión se escabulló para darles espacio.


Se habían dicho que se amaban innumerables veces aquel día, pero siguieron diciéndoselo cuando Cole la levantó en brazos para llevarla a la habitación, cuando se miraron descubriendo que realmente estaban casados, cuando se besaron y se tocaron con anhelo y timidez.
-Mi esposa…- susurró él mientras quitaba la corona de flores que había ceñido los rizos de Abigail. Su cabello había crecido bastante y ya le llegaba a los hombros.
-Mi esposo- dijo ella a su vez mientras le desataba la ancha corbata que parecía haber estado asfixiándolo. Y al acariciar el cuello masculino pudo percibir los fuertes latidos.
Él la guió suavemente hacia la cama y, en medio de palabras cariñosas, se dedicó a quitarle el vestido.
Un rato después, Cole estaba seguro de haber desabrochado al menos  cincuenta diminutos botones de perlas, cuando el segundo se le había resbalado entre los dedos, había deseado rasgar el vestido, pero no quería espantar a Abigail, así que había seguido con mucha paciencia, desprendiendo uno a uno.
-Listo…- exclamó al desabrochar el último y se detuvo a respirar un segundo. Estaba nervioso, le temblaban las manos.
-¿Estás bien?- preguntó Aby.
-No, nunca estuve tan aterrado en toda mi vida. Ni siquiera sé qué hacer a continuación- dijo sinceramente.
-Creo que quien debería estar aterrada debería ser yo, es mi primera vez, soy la inexperta – dijo ella y él se arrodilló delante suyo.
-No de mí, nunca te asustes de mí, Abigail. No te haré daño, voy a cuidar de ti, ahora y siempre.- dijo con intensidad , mirándola a los ojos.
-Lo sé…- musitó porque lo que en verdad le asustaba más allá de la cuestión física de la primera vez que se unieran, era no complacer a Cole, no ser suficiente para él. Pero confiaba en su esposo con todo su corazón.
-Y lo que dije es cierto, estoy  más aterrado que tú. Es mi primera vez también.
-Mentiroso. – le dijo entrecerrando los ojos, recordaba muy bien a aquella  Hannah.
-Oye pajarillo, es verdad. Nunca antes me acosté con  una mujer que amara. Esto es totalmente nuevo…- dijo y era una verdad absoluta, hasta había comprado una cama nueva, una que fuera sólo de ellos dos, para un nuevo comienzo.
-No te preocupes, voy a cuidar de ti- dijo ella sonriendo complacida por sus palabras, estaba feliz de ser especial y no una más- Y me parece que lo que sigue es que me beses.
Cole le devolvió la sonrisa y la besó. Siguió besándola un largo tiempo.
Luego terminó de desvestirla y la acarició con suma delicadeza, atesorándola, como jamás lo había hecho antes con nadie.
Mucho después, mientras le enseñaba a recibirlo en su interior, fue ella quien le enseñó a amar con cuerpo y alma.
Y fue maravilloso para ambos.

Lo primero que vio al despertar fue a la jovencita rubia cubierta por las sabanas, dormida plácidamente a su lado y apoyando una mano sobre su pecho como para no perder el contacto aún en los sueños.
Nunca antes se había sentido tan bien, tan agradecido de despertar a un nuevo día, tan maravillado de la existencia de otro ser humano. La observó un rato pendiente de cada gesto, de su respiración, hasta que ella entreabrió los ojos y le sonrió muy levemente.
Cole tomó la mano de ella y la besó, al hacerlo notó que debajo de las marcas de quemaduras en su palma había algo más. Aby se acercó a él acurrucándose contra su hombro.
-¿Es un lunar…? – preguntó curioso queriendo conocer cada centímetro de ella.
-Es mi corazón – respondió Aby- Mi padre siempre decía que  yo andaba con mi corazón en la mano y que eso me traería problemas.
-¿Corazón?
-Antes tenía un lunar con forma de corazón, ahora queda una parte,  ya casi no se nota – dijo ella y  como si un rayo lo golpeara, Cole supo la verdad.
-¿Estudiabas piano en la calle Sloane? – preguntó ansioso.
-Sí, hace muchos años,  antes de la bancarrota ¿cómo lo supiste? ¿Te lo dijo mi padre? –le preguntó somnolienta.
-Es una larga historia.
-¿Me la vas a contar?
-Algún día, pajarillo. Algún día…- dijo y la atrajo hacia sí y la besó. La besó como llevaba veinte años queriendo besarla.



Un año después

Cole llegó a su casa y se quedó un rato observando a su esposa que tocaba el piano, pronto notaría su llegada, pero ahora estaba tan concentrada que no  se había dado cuenta y él podía mirarla.
Ahora sabía la historia completa , la familia Owen había sido una familia acomodada, de hecho su suegra provenía de una familia noble, pero los negocios habían salido mal y  además su suegro había sido engañado por gente inescrupulosa, así había terminado preso y su familia en la calle.
Su esposa había sido alguna vez una princesa, pero se había adaptado a las circunstancias y no había perdido su brillo. Y lo más importante había llegado hasta él.
Había sido muy tonto al creer que la mujer que buscaba era alguien como Victoria, una niña que se había preocupado por un marginado como él, debía haberse convertido en una mujer que rescataba gatos callejeros, que trepaba árboles para bajar cometas, que se preocupaba por los demás y trabajaba sin descanso. Debía ser alguien con un corazón hermoso. Había estado ciego, pero aún así algo en  su interior la había reconocido. Afortunadamente.
Sonrió porque su esposa era una verdadera preciosura, su melena rubia ya llegaba hasta la espalda  y llevaba un bonito vestido azul, aunque nada lujoso. A excepción de cuando iban al teatro o a algún evento importante, Abigail prefería la ropa sencilla. Aún así, ahora que no estaba tan delgada y que no debía preocuparse por sobrevivir, había florecido. De hecho ,era muy consciente de las miradas de admiración que le dirigían los otros hombres, en otras épocas eso hubiese bastado para que empezara una pelea, pero ahora no.
Trueno lo descubrió y empezó a maullar, eso lo delató. Aby se giró y lo vio allí, sonrió ampliamente y corrió hacia él.
-¡Cole, llegaste!
-¡Feliz aniversario Abigail Bayley! – le dijo y la besó tan pronto ella llegó hasta él.
-¿Y mi regalo? – preguntó bromista porque lo único que en verdad deseaba era compartir muchos años más con aquel hombre.
-Aquí está- dijo Cole y extrañamente no sacó de su bolsillo ni una joya ni nada extravagante, sino una galleta. Abigail lo miró sin entender- También tengo una historia – dijo él.
-Creo que eso me gusta más, ¿qué tipo de historia?
-Una vez dijiste que todos tenemos algún recuerdo feliz en el pasado, tienes razón, voy a contarte sobre eso. Y también sobre la princesa rubia con la que quería casarme.
-No creo que me guste entonces – dijo ella, aquella antigua pretensión de Cole siempre le resultaba dolorosa. Estaba segura de su amor, pero aún así , sabía que ella distaba de lo que él había perseguido durante años.
-Va a encantarte esta historia, confía en mí, pajarillo.- le dijo y la arrastró al sillón.
-Confío en ti.- afirmó y se sentó sobre la falda de él para escucharlo atentamente.
-Esta historia comenzó hace unos veinte años, en un callejón…-empezó a contarle y cuando ella supo que él era el niño lastimado que recordaba, derramó varias lágrimas, porque la imagen apareció tan clara como si la viera ahora, recordaba la tristeza que le había provocado y lo mucho que había deseado consolarlo. Durante mucho tiempo había pensado en él, hasta que sus propias penurias lo habían desterrado de su mente.
Luego él le contó como aquel encuentro lo había hecho seguir adelante y como su deseo de casarse con una damita de la alta sociedad era debido a ella.
-¿Entonces…?
-Entonces siempre fuiste tú, Abigail. Tú eres mi milagro, eres mi redención. Tú eres la mujer con quien siempre quise casarme. Tú eres mi recuerdo feliz aún en mis días más oscuros- confirmó.
-Amo esa historia – le dijo conmovida .Parecía increíble que hubieses estado conectados desde un inicio.
-Y yo te amo a ti- le dijo Cole.
-También te amamos, mucho, muchísimo- le dijo ella tomando su mano y apoyándola en su vientre y, una vez más, Abigail logró sorprenderlo. Y lo sorprendió de nuevo al besarlo.
-Cole Bayley, prometo que esta historia va a ser cada vez mejor. Confía en mí.
-Confío en ti , pajarillo. Tienes mi corazón en tus manos, desde el principio.

                                                                              Fin

Espero que les haya gustado esta historia, mis disculpas por haber demorado tanto tiempo en escribirla ( ¡DOS AÑOS!), últimamente mis palabras salen a cuentagotas. Gracias a quienes me acompañaron todo este tiempo- esta historia lleva años en mi mente y ha costado dejarla ir, gracias a quienes le dieron su cariño.








6 comentarios:

  1. Muchas gracias por esta historia, me alegro que Cole descubriera que su pajarillo era a quien siempre espero y que la amo antes de saberlo. No importa el tiempo, aunque la espera sea larga el resultado final es lo importante.

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    1. ¡Muchas gracias a ti Yocelyn por leerla durante dos años y por comentar!

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  2. Me gustó mucho esta historia, y la última frase me encantó.

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  3. ¡Preciosa historia! Un abrazo fuerte :)

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